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¿Por qué un viejo truco? Por un lado, porque arrancó allá por los 60’s; y por otro lado, porque con el tiempo solo se hace viejo pero aún no ha desaparecido; por increíble que parezca, sigue vigente escondido en modelos de negocios e incluso instaurado en muchos marketeros como la única forma de generar un negocio rentable. Sin duda un chip bien instalado en lo más medular de la economía de mercado.

Revisamos uno de los primeros documentales que abordaron públicamente este tema, el de Televisión Española; donde se destapa el increíble enmarañado de corrupción armado por grupos de empresarios, quienes impulsaron esta obsolescencia programada con la excusa de que tenían la buena intención de preservar los empleos de los trabajadores de sus fábricas.

Un hombre inventa una fibra de tela súper duradera, revolucionando la industria de la moda y haciendo que la gente necesite comprar un solo clóset en su vida, generando así menos gasto, menos contaminación, etc. ¿Qué pasaría con este hombre? Lo más probable es que la industria de la moda lo persiga para tratar de acabar con él por «arruinarles el negocio». Esto, que es ficción, es nada menos que la reseña de una película muy antigua titulada: The Man in the White Suit (1951), donde cuentan esta misma historia. Desde esos tiempos la crítica social sobre la obsolescencia programada estaba planteada. Y una historia muy parecida en realidad pasó, pero no con ropa, sino con otro producto: el foco.

La historia medio que ya todos la conocen, pero en resumen es que cuando se inventó el foco, lo que naturalmente pasó fue que los ingenieros trataron de mejorar el producto, la consigna era un foco más duradero, y cuando empezaron con el proyecto, los empresarios se dieron cuenta de que no les sería rentable, que al crear un producto así de duradero, la fábrica cerraría porque llegado un punto, la gente no los iba a necesitar. Y así la cosa, empezaron a fabricar los focos que duran menos. Los que tenemos ahora. Negocio solucionado.

Este viejo truco de la obsolescencia programada sigue hoy más que nunca. La ropa no se escapa, solo que con el plus de que no solo se deteriora rápido, sino que también pasa de moda; una obsolescencia programada que no solo se instaura en el producto, sino que se instaura en la mentalidad de la gente, haciendo que veamos una prenda en buen estado obsoleta, inservible solo porque ya pasó de moda.

En ese sentido, la moda vintage es, desde una interpretación profunda, una respuesta a la obsolescencia programada, una pequeña rebeldía que se impone a que alguien más decida si una ropa en vieja o no. La ropa de segunda también se impone, como un mini ataque a esta obsolescencia programada al hacerle ver a la gente la ropa usada con otros ojos. Pero de momento esto está comenzando, y en manos de nuestra recién naciente y creciente industria del second hand está que ese ataque se vuelva cada vez más sólido.

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